La campaña agropecuaria 2017/2018 se ha caracterizado por un importante déficit hídrico. Esto se manifiesta notablemente en los dos primeros meses del 2018 a causa de precipitaciones muy heterogéneas, con granizos recurrentes; altas temperaturas con poca amplitud térmica y elevada humedad en enero y principios de febrero; y temperaturas bajas en la segunda quincena. Situación que ha provocado heladas aisladas en algunas zonas del sur de Córdoba.
La Ingeniera Agrónoma, Alejandra Canale, Responsable de la Agencia de Extensión del INTA Río Cuarto y miembro del Consejo Regional de Conservación de Suelos (CRCS), explicó que desde septiembre pasado a la actualidad en Río Cuarto se han acumulado 386,8 mm, con una diferencia de 196,2 mm menos que el promedio histórico (583 mm) para este mismo período. “Enero y febrero fueron meses con muy bajos registros pluviométricos y elevada evapotranspiración”.
En las zonas aledañas a Río Cuarto algunas precipitaciones totales desde septiembre 2017 hasta hoy muestran mayor acumulación de milímetros, como por ejemplo las zonas de Elena, Alpa Corral y Rodeo Viejo. “Sin embargo, ninguna llega a los valores promedios históricos”.
El estado de los cultivos
Según la especialista, los maíces de siembra temprana y sojas de primera están en llenado de grano a madurez fisiológica con un adelantamiento muy importante de su ciclo, variando su estado de buenos a regulares como consecuencia de los manejos realizados, las tecnologías utilizadas y las condiciones climáticas antes mencionadas. «Afectados principalmente en el peso de grano, y en caso del maíz se pueden visualizar vuelcos producto de la translocación de nutrientes del tallo a la espiga».
Los cultivos de segunda o tardíos son los más perjudicados ya que la falta de lluvias se produjo en el período crítico de floración. «En este sentido se visualiza secado de hojas, muy poca presencia de espigas en el caso de maíz y de escaso tamaño, elevado aborto de flores y caídas de chauchas en sojas. Hay sojas de segunda sobre rastrojo de trigo con daños que llegan casi al 100% de pérdida. Respecto al maní, es el cultivo que más resiste esta situación climática pero ya se observan pérdidas irremediables, la parte aérea con hojas totalmente secas, el arranque imposibilitado por la compactación y las cajas no llegaron a llenar grano como se esperaba».