• El Observatorio Astronómico de Córdoba cumplió 150 años de investigación científica teñida de tensiones política, mitos urbanos y soluciones nacionales.
• Cuáles fueron los mayores hitos para la época, cómo se gestó la decisión de instalarlo en la ciudad y qué significó para el desarrollo de la zona.
• El historiador, Santiago Paolantonio, realiza un recorrido por el detrás de escena de una institución fundacional de la ciencia en nuestro país.
Bajo las estrellas cordobesas, a finales del siglo XIX, se abrieron los cielos del sur. La afirmación no es poética ni retórica: es literal. La instalación del Observatorio Astronómico de Córdoba (OAC) hace 150 años en la Capital fue un hecho que le permitió a los expertos comenzar a observar los astros del Ecuador hacia el sur, algo todavía inexplorado hasta 1871.
En el Hemisferio Sur existían los observatorios de Río de Janeiro y de Santiago de Chile, pero ambos no reunían las características necesarias —uno por ser de tintes militares y navales, el brasilero; y otro por ser de menor escala y magnitud, el chileno— para ser considerados por los astrónomos como puertas de entrada al cosmos.
No eran espacios de observación dignos de investigaciones como las que se llevaban a cabo en el Hemisferio Norte, especialmente en Alemania y en Estados Unidos.
El historiador cordobés especialista en la materia, Santiago Paolantonio, no duda en afirmar que “el OAC abrió los cielos del sur para la astronomía mundial”.
La decisión de instalarlo en Córdoba reivindicó a nuestra provincia como la cuna de la ciencia nacional, algo que generó rispideces con el centralismo, aún vigente, de Buenos Aires.
Córdoba acogió, junto al OAC, a la Academia Nacional de Ciencias y a la Estación Meteorológica y marcó el camino de la investigación en Argentina, de la mano de la determinación del entonces presidente Domingo Faustino Sarmiento, quien tomó esta decisión con una visión política estratégica, sustentado y respaldado por la familia local Vélez Sarsfield.
Sarmiento buscó al norteamericano Benjamin Gould como primer director de la institución, no solo por su aclamada formación y trayectoria, sino porque estaba casado con una heredera de las familias Quincy y Adams, ambas de la elite aristocrática, política y de la alta sociedad estadounidense. Esto le permitía a Sarmiento solventar vínculos diplomáticos con una de las potencias más consolidadas del mundo occidental.
«El OAC abrió los cielos del sur para la astronomía mundial«
Santiago Paolantonio, historiador del Observatorio Astronómico
Por qué Córdoba
Córdoba debió soportar la resistencia de Buenos Aires, pero Sarmiento no titubeó, ya que la provincia mediterránea tenía características que la hacían ideal para apostar por ella y fundar aquí esta centenaria institución.
“Córdoba era el lugar ideal, por su lejanía a la urbe, la zona era de barrancas y todavía estaba deshabitada, llegaba el tren para poder traer el instrumental pesado desde el puerto y el clima no era húmedo. La Patagonia era aún un territorio sin explotar y además llegaba también hasta aquí la línea telegráfica”, explica Paolantonio.
Córdoba acogió al OAC en un predio de cuatro hectáreas en una zona denomina da “Los Altos”, posteriormente llamaba “Los Altos del Observatorio” y, finalmente, transformada en barrio Observatorio. “El sector creció con la traza de la calle Laprida y al ritmo del mini barrio que se generó en las inmediaciones del edificio del Observatorio”, relata.
Más allá de la estructura principal de cuatro cúpulas, el OAC albergó, no solo la casa de Gould y su familia, sino que allí vivían otros trabajadores y empleados en una casa de numerosas habitaciones que se fueron expandiendo con el pasar de los años. “Era una espacie de conventillo al comienzo”, recuerda el historiador.
Los primeros logros
Desde aquí se determinó la hora nacional (esencial para el funcionamiento de los trenes): se enviaba un mensaje a través del telégrafo a las 11 en punto a todo el país y desde ahí se tomaba la referencia para el resto del día. Esto se logró mediante el uso de un reloj de precisión traído de Alemania, único en el país, que todavía se conserva resguardado en una de las cúpulas del Observatorio.
“Antes de que esto fuera posible, había mensajes que salían a las 11 desde Buenos Aires y llegaban a Córdoba a las 9, algo absolutamente incoherente para un país pujante que estaba en plena expansión y desarrollo”, fundamenta.
Además, desde el OAC se creó el primer círculo meridiano, lo que permitió la confección de mapas precisos del territorio nacional. En una estructura situada en el techo, se puede observar el punto exacto por el que pasaba esa línea imaginaria que parte a la esfera de la Tierra en dos mitades iguales de manera transversal.
La Boston sudamericana, enlutada por la tragedia
Gould llegó a nuestro país en 1870 para instalarse y convertir a Córdoba en la Boston del Cono Sur. En Estados Unidos existía cierta rivalidad entre Boston (cuna del desarrollo científico) y Washington, capital política del país del norte. Lo que buscó Sarmiento fue recrear el mismo escenario aquí, más allá de las críticas porteñas.
El primer director tenía una formación académica de prestigio y realizó sus primeros estudios que fueron valorados por el mundo astronómico global en poco tiempo.
Sin embargo, una tragedia familiar enlutó su estadía en Córdoba y lo alejó del OAC poco a poco: sus dos hijas mayores murieron ahogadas sumergidas en una corriente del Río Suquía durante un día de camping familiar en las adyacencias del hoy Estadio Kempes. La niñera intentó salvarlas al ver cómo la crecida se las llevaba, pero no logró más que también fallecer en el fatídico episodio.
Paolantonio no lo puede aseverar, aunque deja abierta la posibilidad a que las hijas de Gould hayan sido enterradas en el predio del OAC, debido a que en el cementerio San Jerónimo no recibieron sus cuerpos por ser de origen y religión protestante. Posteriormente fueron transportadas a Norteamérica. No fue este el destino de la niñera, quién sí fuera sepultada en la necrópolis de barrio Alberdi, ya que era de nacionalidad irlandesa y profesaba la religión católica.
Otra tragedia envuelve de suspicacias al OAC: un trabajador que había venido con Gould murió en un hecho extraño al ser atravesado por un rayo que ingresó a la vivienda por una lámpara en medio de una tormenta eléctrica.
EL OAC no solo generó conquistas en materia de ciencia, Astronomía y servicios esenciales para una Nación que se encontraba en plena etapa de crecimiento. También esconde historias urbanas, mitos incomprobables que perduran de generación a generación, y acontecimientos sobrenaturales que, hasta el día de hoy, recorren la memoria colectiva de este edificio misterioso.
Un siglo y medio de ciencia, investigación, conquistas nacionales, disputas políticas, rivalidades internas y muertes forman parte de la rica historia de una institución emblemática para nuestro país y nuestra provincia, que más allá de cualquier especulación o negación, abrió el cielo estrellado desde un punto recóndito en el sur del globo y colocó a Córdoba en el epicentro de la astronomía nacional y mundial.