Hace 41 años, el 24 de marzo de 1976, un golpe de Estado cívico-militar instauró la dictadura más sangrienta de la historia argentina. El autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”, sumió al País en su momento más oscuro. Hoy se conmemora el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia.
De la mano del gobierno Provincial, el Municipio, la Universidad Nacional local y la Multisectorial por los Derechos Humanos, Río Cuarto tuvo la «Semana de la Memoria». Charlas, descubrimiento de placas, intervenciones artísticas, culturales, musicales y hasta una exposición alusiva, le dieron marco a variadas actividades. El gran cierre está previsto con la convocatoria para hoy a las 18 hs. para una gran marcha en la plaza central bajo el lema «Todos a la calle que la lucha no se calle».
En su paso por la Ciudad, el Ministro Angulo agradeció al gobienroS la decisión de llevar a cabo en todos los ámbitos educativos de la provincia una semana de reflexión, “indispensable para no olvidar”. “Queremos rescatar del anonimato y del olvido a los compañeros que lamentablemente sin juicio previo y en una situación irregular fueron asesinados y desaparecidos”, manifestó.
Charla Cooperativa
La casa de la Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo fue sede de una charla sobre el 24 de marzo que compartió el compañero Rufino Almeida, integrante de la Federación Manuel Belgrano y detenido/desaparecido durante la última dictadura militar.
Rufino comenzó reflexionando sobre la génesis y el fin de la dictadura del 76: “Los que vivimos esa época sabemos que, en realidad, fue una dictadura hecha contra el pueblo, contra el conjunto. Nosotros decíamos que los que fuimos detenidos, desaparecidos, presos o exiliados, fuimos el cubito de la sopa, el concentrado, pero que en verdad la sopa éramos todo el pueblo, y de hecho quedó demostrado ya que el 70% de los compañeros detenidos-desaparecidos son trabajadores”.
Luego, realizó un repaso por los distintos momentos en que las luchas populares marcaron su presencia en Argentina: “Toda la política fue en contra de la clase trabajadora. Hay que mirar lo que pasó en términos de procesos históricos. Acá hubo un proceso revolucionario que aunque algunos no seamos de origen peronista lo reconocemos, donde realmente hubo una revolución de incorporación de derechos que la revolución del 55 cortó de manera sangrienta, como hace siempre la derecha”, dijo refiriéndose a los años entre 1945 y 1955.
“Después, tuvimos un proceso de supuesta democracia, donde volvía a ganar el peronismo, volvían a ganar fuerzas populares e, inmediatamente, venían los golpes. Y eso generó que hubiera lo que se llamó la resistencia peronista. Después vino el Onganiato, la ruptura con el Cordobazo, las luchas de los docentes en lo que fue el viborazo. Esa alza de luchas y esa resistencia permanente a los planes del imperio y de los grupos económicos hizo que lleguemos al 73, a la vuelta de Perón”, siguió comentando.
“En Argentina hubo un reparto de la riqueza del 50% para el salario de los trabajadores y el 50% para las empresas”, cuenta Rufino, diciendo que esta situación se volvió insostenible para el imperio y los capitales, por lo tanto había que romperlo, como también lo intentó el Rodrigazo. Cuenta que se discutía la ley de inversiones extranjeras y la apertura total al ingreso de capitales con lo cual ya se estaba previendo la privatización de la economía pública. Habla de la resistencia que esto genero y del rol de la burocracia sindical: “fue como el que estamos viviendo ahora, por eso surgieron organizaciones por fuera de los sindicatos” dice, y plantea que para ellos, esa fue la derrota del rodrigazo.
“Pensamos que la decisión del golpe fue porque no podían controlar la organización combativa de los trabajadores por fuera de la burocracia sindical”, explica Almeida.
Es importante resaltar que durante ese período también se ahogó, a través de la ley de entidades financieras, a aquellas cooperativas agrarias y cajas de crédito que brindaban préstamos a los propios cooperativistas, a través de los excedentes que daba la producción.
Agrega Rufino que, en plena dictadura, la resistencia siguió: “En dictadura seguimos resistiendo, yo trabajaba en Alpargatas y en noviembre del 77 tomamos la fábrica. En otros casos, las propias empresas pasaron a ser centros operativos de las fuerzas represivas”.
Asimismo, se refirió a la vuelta a la Teoría de los dos demonios: “En el recuento de la historia que hicimos no aparece la guerrilla sino que aparece la lucha de clases, de los capitales y el imperio contra la clase trabajadora argentina organizada en sus sindicatos, contra el sistema público de la economía, esa fue la pelea central. En cuanto a la lucha armada de las organizaciones populares, uno puede estar más o menos de acuerdo, pero era lateral al eje central del que estamos hablando. Es central tener en cuenta esto, porque cuando escuchamos hoy cómo se quiere resucitar la teoría de los dos demonios, no solo encierra esto el negacionismo del que el genocidio no fue tal, sino que se reinstala para invisibilizar la lucha de las clases trabajadoras, las luchas populares, de los sindicatos y de las organizaciones populares, la lucha política en serio”, remarcó.
Rufino también se refirió a la etapa de los juicios, de su importancia, de la búsqueda de justicia y el rol de los organismos de dd.hh. “Luego vino el momento de la reivindicación de los compañeros, los juicios por verdad y justicia. Y es importante decir el rol del radicalismo en ella historia, quienes fueron el sustento civil de todos los golpes. Cuando Balbin hablaba de la guerrilla fabril, quienes estábamos militando en las fábricas fuimos estigmatizados, como hoy sucede con Milagro Sala, Baradel, los docentes y demás. La misma técnica, la misma lógica, esa concepción del radicalismo y del liberalismo de que todo el que lucha, hace política y es enemigo de un posible proyecto de estabilidad y progreso”, apuntó.
En cuanto a los organismos de derechos humanos, dijo que es sumamente importante su rol. “Las abuelas hoy luchan por un delito que se sigue cometiendo: hoy los pibes apropiados son desaparecidos. Hoy tenemos compañeros vivos secuestrados por sus apropiadores, ese delito hoy se sigue cometiendo después de 40 años, en plena democracia, hoy”, remarcó.
También contó Rufino que estuvo declarando como sobreviviente en la causa Atlético, Banco y Olimpo, centros clandestinos de detención que funcionaron durante la última dictadura militar. Él estuvo detenido en el Banco junto a su compañera y cuando lograron recuperar la libertad, fueron vigilados hasta el año 83.
Por último, recordó el tiempo compartido con Jorge Julio López, desaparecido en democracia luego de declarar contra el comisario genocida Miguel Etchecolatz. Con él identificaron el Pozo de Arana, luego de acercarse a la Asociación de ex Detenidos- Desaparecidos, de la que Rufino formaba parte, entidad que se realizó un fuerte trabajo de información a través del cruce de datos de quienes se acercaban a dar su testimonio, entre quienes había gente que no se animaba a declarar en la justicia.
“Julio es ejemplo de un compañero de la clase trabajadora, militante, que además se reivindicaba como tal. El día de la acusación de Etchecolatz, cuando sale, me abraza y me dice: “a mí me van a matar pero a estos me los llevo conmigo. Yo soy peronista. Julio fue un ejemplo”, finalizó.