Este viernes se llevó a cabo en el campus una nueva edición del acto que conmemora la explosión de la Planta Piloto de la Universidad Nacional de Río Cuarto. La tragedia acaeció el miércoles 5 de diciembre de 2007 y segó las vidas de los docentes Gladys Baralla, Damián Cardarelli, Liliana Giacomelli, Miguel Mattea, Carlos Ravera y el estudiante Juan Politano.
La ceremonia tuvo lugar frente al lugar donde estaba emplazada la planta y se concretó en atención a los protocolos sanitarios por la pandemia del Covid 19. Contó la presencia de autoridades, familiares, colegas y amigos.
Hubo un minuto de silencio, tras el cual compartió un mensaje el sacerdote católico Carlos Juncos. A continuación, uno a uno fueron pasando distintos participantes de la conmemoración a dejar en la puerta un clavel en memoria de los fallecidos. También hicieron uso de la palabra Adriana Moyetta, secretaria de Comunicación y Relaciones Institucionales de la Asociación Gremial Docente; Florencia Granato, secretaria adjunta de la AGD, y Osvaldo Simone, esposo de Gladys Baralla.
Moyetta expresó que cada año para esta fecha «el tiempo parece ralentizarse, como suspiro que queda atrapado en nuestra garganta». Citó a la profesora Elena Berruti para referir a la necesidad de «domar el dolor oscuro de la pérdida» y al rol que para ello tiene la memoria: «Son las 10, son los seis muertos: Juan, Liliana, Damián, Carlos, Gladys y Miguel. No los olvidamos, no nos olvidamos».
Consciente de que «este año tan particular dota de un sentido distinto a esta conmemoración», Moyetta señaló que «algunos están aquí, muchos más nos acompañan desde sus hogares» y ponderó el rol del vínculo, que a menudo «nos distancia», pero también «nos liga» y «nos salva de la ignorancia, la enfermedad, la muerte, el olvido». Evocó las palabras del profesor Marcelo Fagiano, quien «nos interpelaba el año pasado» a cosechar «ramilletes de abrazo» y «agitar sin descanso los molinos de la memoria».
Asimismo, en «este 2020 que nos exige reinventarnos», Moyetta sostuvo que «no podemos ni debemos dejar el espacio a la desmemoria». Repasó conceptos vertidos por quienes participaron de un concurso literario del gremio docente local dos años después de la tragedia, entre ellos «alma, memoria, utopía, esperanza». Entre los fragmentos de esas producciones leyó: «Ya no hay cenizas, solo tierra, a mi lado crece la flor», «de a poco siento que no hay mesa, café, ventana, solo la esperanza del reencuentro», «empiezo a ver otra vez tus ojos pardos, tu pelo alborotado», «nada, nadie, nunca, la vida, el tiempo, la muerte, nos puede separar».
En un sistema educativo generalmente «fragmentado por políticas neoliberales desde los años ’90» y un «presente complicado y adverso», Moyetta afirmó que tiene sentido seguir enarbolando la premisas de que «nunca más haya una compañera muerta, un compañero muerto, en el lugar de trabajo». Añadió en este marco que «memoria, reflexión y vida será por siempre nuestra bandera de lucha».
«Reafirmamos desde la Asociación Gremial Docente la lucha por condiciones de vida y trabajo dignas, dignificantes de la labor y por tanto sostén ineludible de nuestra integridad humana en esta universidad», planteó a continuación Florencia Granato. Señaló que 2020 ha sido un año «de labor incansable desde AGD y la universidad para cuidar la vida». Consideró «oportuno celebrar el cuidado a la vida que se ha hecho desde autoridades de la universidad y que seguimos forjando trabajadores y representantes estudiantiles para resguardar la vida en este contexto».
La secretaria adjunta de AGD retomó «expresiones de Fabiana (San Martín), quien fuera la compañera de Damián (Cardarelli) que no ha podido estar presente hoy. Ella decía que esta fecha es como si fuese el primer día, desde lo familiar, desde la universidad, como sociedad. Un día en que hay muchas revoluciones, en especial desde lo sentimental. Fabiana está agradecida a la universidad y a todos quienes se ocupan de que estas personas tan queridas y valiosas puedan ser recordadas por siempre».
Sumó su voz para agradecer y pidió «no más muertes en los lugares de trabajo».
Por último, Osvaldo Simone apreció que «todos los años, aun este 2020 tan difícil, nos mantienen aquí, con esta presencialidad que agradezco profundamente. Hemos dicho muchas veces que es muy importante que se haya institucionalizado esta fecha», acotó y recordó que «a las instituciones las hacen las personas y las personas cumplimos nuestros ciclos, estamos, pasamos y nos vamos», no obstante lo cual es menester conservar la memoria a través del tiempo y las gestiones. Emocionado, indicó que «esta universidad no fue lo mismo después de diciembre de 2007» y que «hubo pautas de comportamiento que se modificaron, muy fuerte al principio, después con vaivenes, como suele suceder con los procesos humanos». Aclaró que «esto no es -lejos está de ser- un reproche» y transmitió «el agradecimiento personal, familiar y como miembro de esta casa». Reiteró que «es importante sostener esta memoria todos los años» pues «eso es consolidar un valor y esta es una casa donde se deben cultivar los valores».
Minutos antes del comienzo del acto, en diálogo con la 97.7 Radio UNRC, el rector Roberto Rovere expresó que «hace dos años iniciamos» en la Planta Piloto una «instancia de limpieza» por medio de una empresa de montaje y desmontaje de fábricas. Detalló que hay que quitar lo que está en altura, proceder al retiro de estructuras quemadas y hacer un estudio de estructuras. El objetivo es contar con «un informe técnico» para tener la certeza de que la estructura esté en condiciones. De ser así, se evaluarán proyectos, entre ellos instalar un museo, un auditorio, aulas o un espacio que centralice las diversas áreas académicas del campus. Acotó que todo esto sería oportunamente -de haber informe técnico que habilite el uso del lugar- tratado en el Consejo Superior de la Universidad.
En otro tramo de la entrevista, Rovere estimó relevante «tener presente ese momento tan doloroso» que signó el 5 de diciembre de 2007, bregar por el «trabajo seguro», «concientizar al respecto y cuidar a nuestros docentes, nodocentes, estudiantes, becarios, investigadores». Además, llamó a estar atentos por cuanto «a veces, la actividad rutinaria lleva a que uno pierda dimensión del riesgo».
Por su parte, la madre de Juan Politano valoró que «se han mejorado algunas cosas» y agradeció la realización del acto «para seguir ejerciendo nuestra memoria y que esto no haya sido en vano, que las muertes sirvan para que las cosas mejoren». Adriana comentó también que en su caso se han cerrado las heridas y que para eso «la fe nos ha ayudado muchísimo». Héctor, padre de Juan, coincidió en que «es bueno que podamos estar otra vez para recordar» y que tiene presente haber entrado en la Planta el año pasado: «Nos acompañó el rector, el vicerrector, y ayuda a cerrar una etapa».
Cabe recordar que el Consejo Superior decidió en 2014 que el 5 de diciembre de cada año sea Día de la memoria, la reflexión y la vida. Y mediante una resolución declaró asueto académico y administrativo de 10 a 13 para dar respaldo institucional a los «actos de rememoración»